No creía en los fantasmas, siempre lo habían fastidiado esos temas, pero lo que le pasaría, le haría cambiar de opinión, por toda su vida, Era Luis Verdaguer, un tipo duro y solitario, que vivía en Monterrey Nuevo León y del cual todos hablaban de él, ya fuera para bien o para mal, siempre estaba en boca de alguien.
Luis era un busca pleitos siempre en su vida, nada le parecía, y cuando alguien fuera amigo o no, sacaba el tema de terror, el tipo callaba a la persona que le gustaba contar sus anécdotas terroríficas, en uno de esos días en que en una reunión, se empezó a hablar de miedo, este quiso callar a todos, pero lo expulsaron del lugar, ahora eran muchos los que querían hablar sobre el tema, y lo invitaron a salir de la reunión, entonces enojado se retiró del lugar, pero como iba con un amigo, se tuvo que ir a pie rumbo a su casa.
Era la ocasión especial, el camino hacia su casa, había un panteón, al cual nunca le había tomado atención, al caminar por ahí escucho claramente un murmullo, que decía su nombre, entonces apuro el paso, en la entrada del panteón, a algunos metros adentro, vio a una mujer flotando, que con el dedo lo invitaba a entrar, Luis no daba crédito a lo que sus ojos veían, entonces empezó a rezar.
Corrió como pudo, ya que sentía que el espíritu de esa mujer que lo invitaba a entrar al panteón, lo seguía, al llegar a su casa, pálido, la familia de él lo convenció de ir al otro día a la iglesia, a confesarse, y desde ese momento, le tiene más respeto al tema de las historias de terror, que los amigos, cuentan.
Luis era un busca pleitos siempre en su vida, nada le parecía, y cuando alguien fuera amigo o no, sacaba el tema de terror, el tipo callaba a la persona que le gustaba contar sus anécdotas terroríficas, en uno de esos días en que en una reunión, se empezó a hablar de miedo, este quiso callar a todos, pero lo expulsaron del lugar, ahora eran muchos los que querían hablar sobre el tema, y lo invitaron a salir de la reunión, entonces enojado se retiró del lugar, pero como iba con un amigo, se tuvo que ir a pie rumbo a su casa.
Era la ocasión especial, el camino hacia su casa, había un panteón, al cual nunca le había tomado atención, al caminar por ahí escucho claramente un murmullo, que decía su nombre, entonces apuro el paso, en la entrada del panteón, a algunos metros adentro, vio a una mujer flotando, que con el dedo lo invitaba a entrar, Luis no daba crédito a lo que sus ojos veían, entonces empezó a rezar.
Corrió como pudo, ya que sentía que el espíritu de esa mujer que lo invitaba a entrar al panteón, lo seguía, al llegar a su casa, pálido, la familia de él lo convenció de ir al otro día a la iglesia, a confesarse, y desde ese momento, le tiene más respeto al tema de las historias de terror, que los amigos, cuentan.